Pilar, con su sonrisa que la caracteriza y bajo una tormenta impredecible en Bogotá, se sienta en una banca de un centro comercial a esperar con paciencia que empiecen las preguntas.
“Para mí el periodismo es una fortuna, si no hubiera sido periodista, jamás hubiera sido escritora”, afirma Lozano, quien a pesar de que actualmente no ejerce el periodismo, ha dedicado gran parte de su vida a este. Ha incursionado en la radio, prensa, televisión y sobre todo en la investigación para crónicas y reportajes, sin embargo encontró en la literatura infantil su libertad y mayor pasión. La escritora ha recibido varios reconocimientos, entre estos el Premio Simón Bolívar en 1981, a la mejor crónica de radio.
A sus 66 años, su niña interior esta más viva que nunca y su espíritu aventurero tan presente, como aquel que tuvo cuando escribió su primer cuento para niños “Socaire y el Capitán Loco” (1996). Le encanta encontrarse con sus lectores y saber que está generando algo en cada uno de esos pequeños colombianos. Además afirma que muchas de sus historias salen de experiencias que tienen los niños en Colombia, que merecen ser contadas.
¿Cuál ha sido el momento más inspirador de su carrera?
La emoción mas grande fue cuando escribí mi primer libro, porque además fue sentir que era algo de uno. Yo no dependo de nadie, sola puedo hacer algo. Es muy rico. La literatura es eso, te da alas, te da libertad.
¿Y el más difícil?
Yo creo que con el periodismo. Cubriendo guerra, es muy difícil. Sobre todo contar lo que realmente está pasando, y antes que todo era muy enredado. Era muerto tras muerto, eso fue muy duro.
¿Cuál es el personaje favorito de sus cuentos?
¡Ay! Eso es muy complicado. A mi abuelo lo amo, el de “Mi Abuelo, Colombia y yo”, además porque tiene que ver con mi abuelo, a quien ame mucho. A Socaire, la quiero mucho. Turbel, el viento. Uno quiere a sus personajes, porque son creaciones propias.
¿Si volviera a ser joven, qué consejo se daría?
Que no perdiera tanto tiempo en las penas de amor (risas), uno sabe cuando algo no funciona, no debería insistir. Es una perdedera de tiempo.
Tal vez hubiera hecho otra carrera, paralela al periodismo.
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?
La idea mía de felicidad perfecta es estar en una hamaca, a la orilla de agua, puede ser un río, un lago, el mar, con una brisa maravillosa y leyendo un libro que me encante. Qué más le pide uno a la vida. Acompañada de mis nietos, eso sería una felicidad perfecta.
¿Cuál es el rasgo que más le atrae de usted y de los demás?
La honestidad. Me gusta la gente que es sincera con los demás, y consigo misma. El que no es sincero con el otro, no es sincero consigo mismo.
¿Qué le gusta hacer en sus tiempos libres?
Me gusta leer, oír música, estar con mis nietos. A veces me gusta bailar sola.
¿Cuál ha sido su viaje favorito?
En Colombia, el primero que hice a un Rio Negro, entre Brasil y Venezuela. Fue un viaje mágico, empecé a descubrir como era Colombia. Me sentía volando por la selva, me abrió un mundo, me dije que tenía que seguir viajando.
Fuera de Colombia, a las Pirámides de Egipto, porque siempre lo quise conocer desde muy niña.
¿Cuál es su lema de vida?
Es de una ranchera: “no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar”.
¿Cuál es su tesoro más preciado?
Mis nietos.
Por: Laura Bello y Laura Rozo